Tuvalú, el Callao, y el futuro mundial
En abril de 1863, Dolores Carolina, Hilario y Polinesia zarparon del puerto del Callao, en el Perú (uno de los más importantes de la época colonial), rumbo al mar Pacífico. Su meta: visitar algunas de las islas de Oceanía para conseguir mano de obra.
No eran seres humanos, sino barcos capitaneados por seres de poca humanidad que, a pesar de que en 1854 hubiese sido legalmente abolida la esclavitud en este país sudamericano, navegaban en busca de trabajadores para las empresas guaneras que en la época eran motor económico de la joven nación.
En su recorrido, los marineros llegaron a un pequeño archipiélago de 5 islas y 4 atolones que llevaba por nombre el de Islas Ellice, donde desembarcaron y (¿en la historia de qué países ha pasado algo similar?) fueron confundidos con misionarios que iban a enseñar la palabra de Dios. Notando que ello podría ser una excelente estrategia para embarcar sin violencia a los micronesios, optaron por decirles que lo mejor sería que abordaran y ellos, gustosamente, los llevarían directamente a los misioneros que esperaban.
Confiadas y felices, unas 250 personas (más del 75% de la población local), treparon para darse cuenta, poco después, que en realidad serían utilizados como trabajadores forzados, y que no tenían opción de negarse. La imagen siguiente que nos hacemos, es la de miles de habitantes de Oceanía haciendo múltiples trabajos y sufriendo la venganza de los peruanos que, acaso inconscientemente, cobraban la afrenta impuesta por los españoles años atrás. Unos terminaron en Chincha, otros en hospitales y algunos más, recogiendo el Guano de las Islas.
Las investigaciones al respecto, mencionan que en total, unos tres mil polinesios habrían sido capturados -incluyendo gente de las Islas de Pascua- y que, al menos en el caso de los de las Islas Ellice, hoy Tuvalú, ninguno volvió a su tierra natal, pues la inmensa mayoría fue diezmada por enfermedades contra las que no tenían defensas, y los pocos que quedaban, quince, fueron dejados en la Isla de Rapa
Hoy Tuvalú es una nación independiente (una de las más pequeñas y aisladas del planeta). De 26 km2, cuenta con diez mil habitantes y unos cuantos siglos de historia. A pesar de que sabemos que se ubica en el océano pacífico, entre Hawai y Australia, continúa perdida en la inmensidad marina, pues para algunos, este pequeño sitio es tan importante como averiguar el destino de las sandalias de Cuauhtémoc, el último emperador azteca.
Y sin embargo, deberíamos de darle más importancia: además de su relación histórica con Latinoamérica, este país es una pequeña muestra de lo que sucede en el globo: el archipiélago, con una altura máxima de 5 metros sobre el nivel del mar, podría desaparecer.
La inconexión de este Estado con el mundo es tan ficticia como la soberanía latinoamericana: no sólo recibe un apoyo millonario de los Estados Unidos, financiamiento de Japón, donaciones de Australia y visas migratorias de Nueva Zelanda, sino que el aumento de la temperatura en el globo terráqueo (y el consiguiente deshielo de los glaciares -montañas, ríos y polos-) incrementa lentamente el nivel del mar, al grado de hacerlo inhabitable en unos cuantos años, obligando a sus pobladores a recibir un nuevo tipo de apoyo: asilo por causas ambientales. Una excelente muestra de la globalización.
Como lo explica Rosaleen Duffy: “Los agentes o eventos remotos influencian las acciones individuales, y las acciones individuales tienen un impacto global.” No basta con estar alejados para evitar los impactos de la industrialización: en la teoría de sistemas, cualquier acción por parte de un elemento altera a otro, o a su medio.
Se dice que Tuvalú fue poblada entre 2’000 y 3’000 A.C, y que uno de los primeros contactos con el mundo occidental se dio en 1568, cuando Álvaro de Mendaña y Neyra, un español, avistó una las islas pero no pudo desembarcar por las ásperas condiciones físicas del sitio. No fue sino hasta principios del siglo XVIII cuando más europeos arribaron (Robert Louis Stevenson y su esposa hicieron escala en una de sus islas), iniciando el comercio e incluso estableciéndose en el país. Años después se convirtió en protectorado inglés (la reina Isabel II es su soberana); sólo hay una embajada asentada físicamente en su territorio (la de Taiwan)... y también se habla de su evacuación.
¿Qué relación tienen Tuvalú y el futuro del mundo? Fuera de los que gustan de curiosear, el ciudadano común ignora si Tuvalú es un dulce, un estilo boxístico o el tutor de Mowgli; del mismo modo que desconoce los efectos del cambio de temperatura en el planeta. El humano se preocupa por lo cercano y presente, no por lo lejano y futuro.
El hombre asiste con frecuencia a su propia muerte sin percibirlo: observa azorado y con feliz emoción la caída de los enormes bloques de hielo del glaciar Perito Moreno en Argentina, o agradece que “ya haga menos frío” en su ciudad, sin percibir que al derretirse, los nevados liberan el líquido que será necesario a la vida humana, y aumentan el nivel de la marea, con la consecuente desaparición de playas e islas.
Investigadores de la Unión Europea reconocieron hace unos meses que el calentamiento global es una realidad, que su ritmo se acelera y que causa cambios climáticos y fenómenos metereológicos más extremos; se mostraron también de acuerdo con el hecho de que el hombre contribuye con este fenómeno, si bien fueron incapaces de asignar un porcentaje a su impacto. Es claro que el humano no es culpable de todo, pero sí es, al mismo tiempo, el único que puede aportar una solución, pues el concepto de GAIA (creado por Lovelock, y en el que dice que la tierra actúa como un ser vivo que busca su homeóstasis ) aún no ha sido comprobado.
El trágico destino de Tuvalú es perder a sus pobladores: esta vez no se los llevarán bajo engaños, sino que se tendrán que ir exiliados, mostrando de nuevo al mundo una más de sus injusticias; probablemente Tuvalú de todas formas ya había desaparecido, o simplemente, nunca había existido: ¿quién había escuchado hablar de esta nación? Es posible que la semejanza más clara entre Tuvalú, el futuro del mundo y los desembarcados en el Callao, sea que sólo han sido del interés de unos cuantos.
No eran seres humanos, sino barcos capitaneados por seres de poca humanidad que, a pesar de que en 1854 hubiese sido legalmente abolida la esclavitud en este país sudamericano, navegaban en busca de trabajadores para las empresas guaneras que en la época eran motor económico de la joven nación.
En su recorrido, los marineros llegaron a un pequeño archipiélago de 5 islas y 4 atolones que llevaba por nombre el de Islas Ellice, donde desembarcaron y (¿en la historia de qué países ha pasado algo similar?) fueron confundidos con misionarios que iban a enseñar la palabra de Dios. Notando que ello podría ser una excelente estrategia para embarcar sin violencia a los micronesios, optaron por decirles que lo mejor sería que abordaran y ellos, gustosamente, los llevarían directamente a los misioneros que esperaban.
Confiadas y felices, unas 250 personas (más del 75% de la población local), treparon para darse cuenta, poco después, que en realidad serían utilizados como trabajadores forzados, y que no tenían opción de negarse. La imagen siguiente que nos hacemos, es la de miles de habitantes de Oceanía haciendo múltiples trabajos y sufriendo la venganza de los peruanos que, acaso inconscientemente, cobraban la afrenta impuesta por los españoles años atrás. Unos terminaron en Chincha, otros en hospitales y algunos más, recogiendo el Guano de las Islas.
Las investigaciones al respecto, mencionan que en total, unos tres mil polinesios habrían sido capturados -incluyendo gente de las Islas de Pascua- y que, al menos en el caso de los de las Islas Ellice, hoy Tuvalú, ninguno volvió a su tierra natal, pues la inmensa mayoría fue diezmada por enfermedades contra las que no tenían defensas, y los pocos que quedaban, quince, fueron dejados en la Isla de Rapa
Hoy Tuvalú es una nación independiente (una de las más pequeñas y aisladas del planeta). De 26 km2, cuenta con diez mil habitantes y unos cuantos siglos de historia. A pesar de que sabemos que se ubica en el océano pacífico, entre Hawai y Australia, continúa perdida en la inmensidad marina, pues para algunos, este pequeño sitio es tan importante como averiguar el destino de las sandalias de Cuauhtémoc, el último emperador azteca.
Y sin embargo, deberíamos de darle más importancia: además de su relación histórica con Latinoamérica, este país es una pequeña muestra de lo que sucede en el globo: el archipiélago, con una altura máxima de 5 metros sobre el nivel del mar, podría desaparecer.
La inconexión de este Estado con el mundo es tan ficticia como la soberanía latinoamericana: no sólo recibe un apoyo millonario de los Estados Unidos, financiamiento de Japón, donaciones de Australia y visas migratorias de Nueva Zelanda, sino que el aumento de la temperatura en el globo terráqueo (y el consiguiente deshielo de los glaciares -montañas, ríos y polos-) incrementa lentamente el nivel del mar, al grado de hacerlo inhabitable en unos cuantos años, obligando a sus pobladores a recibir un nuevo tipo de apoyo: asilo por causas ambientales. Una excelente muestra de la globalización.
Como lo explica Rosaleen Duffy: “Los agentes o eventos remotos influencian las acciones individuales, y las acciones individuales tienen un impacto global.” No basta con estar alejados para evitar los impactos de la industrialización: en la teoría de sistemas, cualquier acción por parte de un elemento altera a otro, o a su medio.
Se dice que Tuvalú fue poblada entre 2’000 y 3’000 A.C, y que uno de los primeros contactos con el mundo occidental se dio en 1568, cuando Álvaro de Mendaña y Neyra, un español, avistó una las islas pero no pudo desembarcar por las ásperas condiciones físicas del sitio. No fue sino hasta principios del siglo XVIII cuando más europeos arribaron (Robert Louis Stevenson y su esposa hicieron escala en una de sus islas), iniciando el comercio e incluso estableciéndose en el país. Años después se convirtió en protectorado inglés (la reina Isabel II es su soberana); sólo hay una embajada asentada físicamente en su territorio (la de Taiwan)... y también se habla de su evacuación.
¿Qué relación tienen Tuvalú y el futuro del mundo? Fuera de los que gustan de curiosear, el ciudadano común ignora si Tuvalú es un dulce, un estilo boxístico o el tutor de Mowgli; del mismo modo que desconoce los efectos del cambio de temperatura en el planeta. El humano se preocupa por lo cercano y presente, no por lo lejano y futuro.
El hombre asiste con frecuencia a su propia muerte sin percibirlo: observa azorado y con feliz emoción la caída de los enormes bloques de hielo del glaciar Perito Moreno en Argentina, o agradece que “ya haga menos frío” en su ciudad, sin percibir que al derretirse, los nevados liberan el líquido que será necesario a la vida humana, y aumentan el nivel de la marea, con la consecuente desaparición de playas e islas.
Investigadores de la Unión Europea reconocieron hace unos meses que el calentamiento global es una realidad, que su ritmo se acelera y que causa cambios climáticos y fenómenos metereológicos más extremos; se mostraron también de acuerdo con el hecho de que el hombre contribuye con este fenómeno, si bien fueron incapaces de asignar un porcentaje a su impacto. Es claro que el humano no es culpable de todo, pero sí es, al mismo tiempo, el único que puede aportar una solución, pues el concepto de GAIA (creado por Lovelock, y en el que dice que la tierra actúa como un ser vivo que busca su homeóstasis ) aún no ha sido comprobado.
El trágico destino de Tuvalú es perder a sus pobladores: esta vez no se los llevarán bajo engaños, sino que se tendrán que ir exiliados, mostrando de nuevo al mundo una más de sus injusticias; probablemente Tuvalú de todas formas ya había desaparecido, o simplemente, nunca había existido: ¿quién había escuchado hablar de esta nación? Es posible que la semejanza más clara entre Tuvalú, el futuro del mundo y los desembarcados en el Callao, sea que sólo han sido del interés de unos cuantos.
No comments:
Post a Comment