[Reseñas] Sobre el Valle Feliz, de N. Hawthorne



Dejé reposar este libro unas cuantas semanas. Un autor que leí hace mucho, decía que las primeras ideas son buenas para el arte, y me parece muy cierto: crear requiere dejar a las neuronas a su libre albedrío, sin homúnculo alguno que refrene su espíritu. Pero una vez que esa forma tiene contacto con el aire, se vuelve maleable, y entonces intervienen los elementos: el aire, el fuego, el tiempo… El tiempo, sí, de eso hablábamos al principio. El tiempo no tiene sinónimos, es amorfo, incoloro, incorruptible, y sin embargo, imprime su sello en cada frase.


[Reflexión post-reseña] Nota posterior al Valle Feliz

Nota posterior al Valle Feliz

Esta reflexión surge como acotación a mi lectura de este libro, que comento en artículo bajo el nombre “Sobre el Valle Feliz”

Cuando eres joven, te haces de una serie de ideales y creencias que intentas acarrear por la vida, pero lentamente, mientras pasa el tiempo, te vas dando cuenta que esos pilares no están firmes. Es como si estuvieran construidos sobre una piedra calcárea que se deshace con el paso de los años.

Como si el peso de la realidad cimbrara esas columnas y las hiciera caer una a una, derrumbando lentamente la construcción ideológica del pasado: como el mar que abate sus olas, despiadada, interminablemente, sobre esa pared rocosa que parece invencible.

[Reflexión] Don't let the dark side take on you; Yoda y su filosofía

Sí, sí, ya sé que esto es para muchos bastante cómico, pero de verdad que hay algo que me llama mucho la atención de este asunto de la fuerza... es más el lado ético, filosófico que el artístico, por supuesto.

Pero, seriamente, sí creo que hay un lado bueno y un lado malo en cada ser humano. Tal vez si soñáramos un poco con ser mejores personas... podríamos todos llegar a Jedi, no ?

[Reflexión] Tuvalú, El Callao, y el futuro mundial. Sobre el calentamiento global

Tuvalú, el Callao, y el futuro mundial

En abril de 1863, Dolores Carolina, Hilario y Polinesia zarparon del puerto del Callao, en el Perú (uno de los más importantes de la época colonial), rumbo al mar Pacífico. Su meta: visitar algunas de las islas de Oceanía para conseguir mano de obra.

No eran seres humanos, sino barcos capitaneados por seres de poca humanidad que, a pesar de que en 1854 hubiese sido legalmente abolida la esclavitud en este país sudamericano, navegaban en busca de trabajadores para las empresas guaneras que en la época eran motor económico de la joven nación.