Es una historia de nunca acabar. Pasamos de la evolución a la competencia: unos pocos suben del nivel socioeconómico y de pronto, cuando están arriba, se olvidan que un día sufrieron hambre y miseria.
Un policía desnudo es un asesino en potencia; sin escudos que legitiman su violencia.
Es como un cuento sin final, como ver a las olas llegar y saber que nunca van a penetrar tierra adentro: no tienen porqué. Su ciclo es subir y bajar, pero nunca caminar.
Sólo cada ciertos años, el mar, como el humano, se cansa de ver tanta playa y tanto de lo mismo. Entonces, decide saltar, brincar, penetrar, invadir, transfigurar, destruir.
Y al poco rato, todo es igual: mar en calma, tierra en reconstrucción, seres descansando en la playa, sobre la arena suave.
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