Querido Kitty,
Sé que esta carta te parecerá cursi, pero lo siento mucho. Tengo mucho que contar y en este autoexilio en el que me encuentro, no siempre hay oportunidad de tener alguien al lado para decírselo. Me apena que tengas que seguir estas historias, pero eres el único que me escucha y comprende, así que sóplate estas novedades.
Estos días han sido una locura. Por un lado hay algunos que consideran que soy bueno para hacer algunas chambas y me han contratado: he hablado de negocios, de cursos, de sueños y de creaciones del ecoturismo, como si de verdad fuera un profesional del tema. Hasta yo me lo creo, cuando tú y yo sabemos que no existe la realidad absoluta, sino que aprendemos todos los días. ¿Será eso lo que les ha gustado a mis interlocutores?
Luego un amigo me prestó un libro que se llama "El mito del desarrollo", de un tal Oswaldo de Rivera. A primera vista no es un libro tan loco, pues está hecho por un diplomático, pero en la medida que lo penetras, te das cuenta de que tiene datos claros, concisos y realistas de porqué esto que llamamos el desarrollo no es sino una gran falsedad, y que los que se suponen países en desarrollo, son en realidad países en subdesarrollo... lo creo, y me ayuda a confirmar algunas ideas que tenía, pero que aún no sé cómo llevar: este mundo sólo premia a los afortunados y a los que le sonríen al sistema de mercado.
Pero lo mejor de todo fue conocer hoy a unas personas con las que pude cotorrear muy a gusto haciendo un recorrido por Lima. Después de unas horas de caminata y bromas, decidimos ir a cenar. en un sitio que econtramos como una recomendación de las guías de viaje... vivan el Routard y Lonely Planet: te enseñan a ti, local, que sólo conoces pocos lugares; y le enseñan a él, turista, a seguir los pasos de los mismos extranjeros que han hecho de este país su base y su bunker, pues viven en él, pero en realidad no saben lo que pasa en él todos los días. No sienten, no saben, no comprenden... lo ven todo con sus ojos primermundistas.
La de hoy fue una cena en un sitio más católico que Ratzinger, en el que la madre principal (en todos los sentidos), aleccionaba a sus hijas púpilas para ser tan semejantes a ella como les fuera posible: casi me hacen cantar un Ave María y creo que hice prueba de verdadera paciencia al soportar sus rollos eclesiásticos de salvación del mundo... afortunadamente cocinaban bien y tenían vinos, porque si no, dejo a mis amigos. (Aunque al mismo tiempo me pregunto ¿cómo no cocinaría bien una hija que se dedica a Dios, al rezo, y a la cocina?). La pregunta de qué hacía ahí la "hermana", motivó todo un interrogatorio de parte de uno de nosostros y ella contó sus viajes por el Viet Nam, China, África, Sudamérica, cocinando por el mundo y ayudando a los pobres.
En honor a la verdad, debo decir que la madre Teresa de Calcuta sí me parecía un alma caritativa, mientras que estas damas (que con carmelitas consagradas -no religiosas, sino del "ala" civil-), viven en una linda casa lujosa, tienen contacto con el mundo, y no parecen sufrir tanto como sus feligreses pobres y sin dinero. De algún modo me hicieron pensar en aquellas congregaciones que encuentran en la explotación de la imagen del catolicismo, un excelente modus vivendi. Claro, la dama es francesa, y sus 12 consagradas son peruanas, burkinafasenses, brasileras, etc.
Esas experiencias me permiten conocer cada vez un poco más el fondo del corazón de la vieja europa: con mucha gente simpática, bonachona, agradable, pero al mismo tiempo muy crédula, con esquemas mentales demasiado definidos que dificilmente le dan espacio a la reflexión y además, muy convencidos del rollo religioso (que conste que hablo de la mayoría y no de los que han tenido un mayor roce con el mundo -y menos de mi banda regia, que es otro rollo), mientras que locos como yo, pensamos que sólo es el opio de nuestros pobres países sureños. "Sorpresas te da la vida" diría el Maestro Ruben.
La charla de ayer pasó de las experiencias de la dama a la época del terrorismo, y ella contó su historia, pero digamos que está tan enterada que ni siquiera sabía que hay una exposición, presentada por la Comisión de la Verdad, llamada Yuyanapaq ("Para recordar"), y está claro que sufrió los rigores del terrorismo, encerrada en su castillo de la pureza (eso sí reconozco que contó su historia en Viet Nam de otro modo, pues al parecer de allá salieron expulsadas). Al sumar a las carmelitas con "El mito del desarrollo" y los nuevos eventos en Francia (ustedes se imaginarán que es totalmente pro-sarkozy) los cables hicieron chispas y no pude impedirme una buena discusión.
Eso sí, reconozco que con estas personas, aunque no estés de acuerdo, las discusiones son francas, fuertes, pero muy racionales, y me encantaría que los latinos fuéramos capaces de usar así el cerebro, sin meter tanto las visceras.
Kitty, los tiempos han cambiado y cada día me siento más feliz de estar lejos de casa, de no tener que responder a una familia, o tener que seguir las huellas de la sociedad que me pinta el mundo como lo debo vivir. Este sitio en el que me encuentro me da algo mágico: libertad.
De decir, de decidir, de ver, de hacer, de callar, de exigir... acá, puedo ser yo. Mis opiniones no le hacen daño a nadie; nadie me puede exigir por afectar valores de los demás, y claro, tampoco les puedo yo exigir. Y como lo que más quiero es hacer de mi vida un papalote (una cometa) y claro, conocer una linda chica para acompañarnos por la ruta que lleva de Praga a Shanghai, creo que por ahora, estoy en el sitio correcto.
Sé que no será fácil, y que el sendero puede estar plagado de sirenas que te piden volver a casa para navidad, pero la verdad es que estoy dispuesto a correr el riesgo y bueno, si tú puedes guardar el secreto, aguantar y ser paciente, tal vez en poco tiempo nos encontremos en un punto en que de verdad podamos decir que estamos siguiendo el camino que nos habíamos trazado en la vida. ¡Qué felicidad! ¿o no?
Bueno, pues después de todo este relato, siento que mi espiritu se ha tranquilizado y que a pesar de que cocinan delicioso las damas del señor, me será muy difícil volver a visitarlas, pues corro el riesgo de encontrarme a la mujer de uno de mis cuentos no acabados... gracias Kitty. El Ave María te lo debo; junto con el Padre Nuestro, puedes ir al Agua Viva (l'eau vive) a pedirlo.
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