Esa misteriosa llama.
Abril de 2003, Monterrey.
Pasión: perturbación de modo violento y desordenado del ánimo. (Diccionario Enciclopédico Larousse).
Suena ardoroso, ¿no? Cuando hay exaltación por la física, se obtiene la ecuación de la masa de Einstein; si es por la música, obtienes un Gershwin o un B.B. King; si se trata de fiebre por las letras, sale un Aleph borgesiano: los genios enamoran con, y de, sus obras.
Para más pruebas, pregúntale a Pigmaleón.
En cambio, la pasión amorosa se origina cuando las relaciones son prohibidas o mal vistas: la atracción de dos cuerpos llega al límite cuando no les es posible reunirse a voluntad.
La loca sensación de ver a la compañera de trabajo desnuda en tu cama y deber saludarla el día siguiente como a una persona más; el arrebato de poseer a la mejor amiga de tu novia mientras ella está de viaje…
O hacer el amor desenfrenadamente con tu profesora por la mañana, y verla, horas después, elegantemente ataviada en clase, dirigiéndote esa mirada que sólo tú puedes descifrar.
Los juegos, las frases de doble sentido, las caricias ocultas bajo un saludo, las miradas furtivas, el robo de una sonrisa y el voyeurismo por su cuerpo mientras ella finge distracción…
El amor más emocionante no es evidente a los ojos de los demás; la relación sexual que se oculta de las miradas indiscretas pasa por el cambio de máscara en la alcoba: de vecinos desconocidos a kamasutra-practicantes, y se adereza con escapadas a lugares ignotos, donde uno mismo no es nadie: cantinas y restaurantes de baja ralea, donde los amantes se ocultan bajo una capa de humo y luces veladas.
Tener y no poder mostrarlo.
Pero como todo, un buen día gana ese rito animal de la seguridad apropiativa, la necesidad de que seas sólo para ella. Te pide formalidad, te muestra límites y exige que reconozcas en público “su propiedad”…. adiós fogosidad, adiós amor.
Lo que fue bello, intocable, misterioso e irresoluto se convierte en una relación como las otras, una pareja más; si es presentable, es verdadero y banal.
Al salir de la sombra, el apasionamiento pierde belleza y atractivo. Qué habrá pensado Einstein al descubrir la relatividad: “¿Y ahora qué hago, para pasar más noches en vela?”
Ay de aquella pasión que, desvelada, termina por mostrar el lado animal de la humanidad.
Suena ardoroso, ¿no? Cuando hay exaltación por la física, se obtiene la ecuación de la masa de Einstein; si es por la música, obtienes un Gershwin o un B.B. King; si se trata de fiebre por las letras, sale un Aleph borgesiano: los genios enamoran con, y de, sus obras.
Para más pruebas, pregúntale a Pigmaleón.
En cambio, la pasión amorosa se origina cuando las relaciones son prohibidas o mal vistas: la atracción de dos cuerpos llega al límite cuando no les es posible reunirse a voluntad.
La loca sensación de ver a la compañera de trabajo desnuda en tu cama y deber saludarla el día siguiente como a una persona más; el arrebato de poseer a la mejor amiga de tu novia mientras ella está de viaje…
O hacer el amor desenfrenadamente con tu profesora por la mañana, y verla, horas después, elegantemente ataviada en clase, dirigiéndote esa mirada que sólo tú puedes descifrar.
Los juegos, las frases de doble sentido, las caricias ocultas bajo un saludo, las miradas furtivas, el robo de una sonrisa y el voyeurismo por su cuerpo mientras ella finge distracción…
El amor más emocionante no es evidente a los ojos de los demás; la relación sexual que se oculta de las miradas indiscretas pasa por el cambio de máscara en la alcoba: de vecinos desconocidos a kamasutra-practicantes, y se adereza con escapadas a lugares ignotos, donde uno mismo no es nadie: cantinas y restaurantes de baja ralea, donde los amantes se ocultan bajo una capa de humo y luces veladas.
Tener y no poder mostrarlo.
Pero como todo, un buen día gana ese rito animal de la seguridad apropiativa, la necesidad de que seas sólo para ella. Te pide formalidad, te muestra límites y exige que reconozcas en público “su propiedad”…. adiós fogosidad, adiós amor.
Lo que fue bello, intocable, misterioso e irresoluto se convierte en una relación como las otras, una pareja más; si es presentable, es verdadero y banal.
Al salir de la sombra, el apasionamiento pierde belleza y atractivo. Qué habrá pensado Einstein al descubrir la relatividad: “¿Y ahora qué hago, para pasar más noches en vela?”
Ay de aquella pasión que, desvelada, termina por mostrar el lado animal de la humanidad.
Abril de 2003, Monterrey.
1 comment:
Andaryego, me gusta tu reflexión filosófica,de acuerdo contigo. A luz la llama se apaga.
Las pasiones son los deseos ocultos en el inconsciente,
o no jajaja;tal vez en el muy consciente de tu ser, hasta
que decides dar el paso y sólo disfrutar lo que la vida
Te da en ese momento. Algunas pasiones matan...
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