Mis amigos del Perú
Uno de los buenos compadres de acá es Mauricio. Con él, acostumbro sentarme a tomar un par de cervezas (en ocasiones más de un par) y ponernos a filosofar. Hay muchas cosas en las que coincidimos, y otras en las que nunca nos terminamos de poner de acuerdo. Sin embargo, las batallas orales son polémicas y muy divertidas.
Hay ocasiones en las que terminamos simplemente por quedarnos callados, reírnos el uno del otro y levantar el vaso como para dar por culminado el argumento y constatar que tal vez sólo nos podamos poner de acuerdo en el ¡salud!, pero no en el fondo de nuestros idealismos. ¿Buena amistad, no?